Un primero de octubre, 13 años atrás, bajo los sueños y proyectos de la Profesora Judith Belandria junto a un grupo de entusiastas, nació a las faldas de nuestro cerro El Empalao la Fundación El Hogar de los Abuelos. Institución que desde su origen se dio a la tarea de albergar en su seno personas de la tercera edad en estado de abandono.
Hoy ya no están con nosotros muchos de ellos, pero queda indeleble su recuerdo en nuestra memoria, sus gratos momentos, sus achaques, su permanente espíritu colaborador, en fin, sus ganas de vivir, gracias a esa nueva oportunidad que les dio el destino, a través de esa institución.
Hay que ver todo lo que se ha vivido en ese cálido espacio durante estos largos trece años. Recuerdo que en los primeros momentos de inicio de "El Hogar de los Abuelos" era denominador común el entusiasmo de los permanentes colaboradores que con espíritu altruista siempre se hacían presentes en las actividades filantropicas que dia a día se organizaban. Imposible dejar de pensar en visitar a los "abuelitos del Empalao", a veces sin nada material que llevarles, pero con las ganas siempre de tener un compartir, regalarles una sonrisa, jugar un dominó y hasta para echar una bailaita con nuestros adultos mayores.
Hoy la situación es lamentablemente muy diferente, claro, conscientes estamos de la difícil situación del país, pero aún así no dejo de preguntarme, ¿que nos pasó como sociedad, acaso dejamos de lado la solidaridad que como Venezolanos siempre nos ha caracterizado? La indolencia que hoy en día padece el hogar de los abuelos no es sólo gubernamental, la merma en el apoyo de entes privados, personales o familiares casi ha desaparecido en su totalidad, salvo algunas honrrosas y consecuentes excepciones.
Ni hablar entonces de los gobiernos y autoridades de turno, tanto a nivel nacional, regional y municipal, que sólo se acuerdan de los abuelos para la correspondiente foto que les permite erigirse como "líderes" con vocación y sensibilidad social.
Promesas van promesas vienen pero la carencia económica se incrementa diariamente con el pasar de los ofrecimientos. No me cuesta mucho imaginar la angustia que embarga de manera cotidiana a la directiva del hogar y al personal encargado de la preparación de los alimentos de los abuelitos y abuelitas de la fundación.
Un aniversario más que cumple está institución, envuelta entre maleza, oscuridad, inseguridad desatada en la zona y una vialidad intransitable. No abandonemos a aquellos que dieron tanto y que sólo esperan le brindemos nuestra mano solidaria. No dejamos morir el sueño y la esperanza que representa El Hogar de los Abuelos.
